No somos más que el producto de nuestras horas perdidas.
Podremos pensar que no es así, que somos algo mas, que nuestros tropiezos nos aportan algo; sin embargo, no siempre es solo eso. Cada experiencia que hemos fallado, de la cual nos a dolido la perdida, la derrota, la culpa; en cada una de ellas intentamos verlo de forma que nos vaya construyendo. Poco a poco el conjunto de nuestros fracasos nos lleva hacia algo que nos llena, nos completa, nos ayuda a estar mejor en la próxima, la “definitiva”… o así es como intentamos convencernos.
Y entonces sin quererlo nos convertimos en el producto de nuestras horas perdidas, irrecuperables esfuerzos reducidos a cenizas destinados a dejar abiertas las heridas. Tanto aquellas sentimentales como profesionales.
Un día, diras que ya no tienes horas perdidas, que el mundo te sonríe; Lástima que su humor sea tan variable, y que no sepamos agradecer esa sonrisa en su momento.